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Resiliencia: la apuesta por una vida mejor

Resiliencia. ¿Qué es y por qué se caracteriza?

A lo largo de nuestra vida se nos plantean situaciones de todo tipo. Algunas felices, agradables, podríamos catalogarlas como «buenas». Otras, por desgracia, no lo son tanto. Estas circunstancias pueden terminar por llevarnos al límite. Incluso hacer que nos planteemos si tenemos o no la fuerza que necesitamos para continuar. Ante esta disyuntiva solo existen dos opciones bien diferenciadas. Una de ellas, quizás la más fácil, es dejarse vencer. La otra, sobreponerse, vencer a la adversidad y salir fortalecido de ella. Es decir, apostar por la resiliencia.

Según la Real Academia de la Lengua Española, la resiliencia es la capacidad que tenemos los seres humanos para afrontar con flexibilidad las situaciones límite que puedan presentarse en nuestra vida y sobreponernos a ellas. La psicología tiene mucho que decir al respecto. Grandes investigadores completan la definición de la RAE, apuntando que no solo gracias a ella somos capaces de afrontar situaciones extremas, de crisis o potencialmente traumáticas. Sino que, además, podemos salir fortalecidos de ellas.

Desarrollar la resiliencia implica una completa reestructuración de los recursos psicológicos que poseemos, en función de las nuevas circunstancias y de nuestras propias necesidades. Una persona resiliente busca, ante todo, crecer y desarrollar su potencial al máximo. Para las personas que han desarrollado esta capacidad no existe una vida dura. La vida es buena, es dulce, pero, lamentablemente, presenta en ocasiones momentos difíciles de los que siempre se puede aprender.

Estudios sobre resiliencia.

El concepto de resiliencia como tal se lo debemos al prestigioso investigador John Bowlby. Pero, ciertamente, fue Boris Cyrulnik quien se encargó de darlo a conocer en su famoso best-seller Los Patitos Feos. Rafaela Santos, Anna Forés y Jordi Grané o María Piedad Puerta de Klinkert son algunos de los estudiosos patrios que han arrojado luz sobre el tema. Muchos de ellos están enfocados al fomento de esta capacidad en los más pequeños. No se trata de evitar que caigan, sino de enseñarlos a levantarse.

Desde entonces muchos profesionales, sobre todo del ámbito psicológico, han optado por tratar de discernir más información respecto a este término. Muchos catalogan la resiliencia como una manera diferente, decididamente más optimista, de mirar cara a cara a la vida. Muchos investigadores de nuestro tiempo entienden la resiliencia como un proceso comunitario y cultural. Además, la definen como la capacidad de tener éxito de una manera que la sociedad entienda como aceptable.

Esto ha de ser así, a pesar del estrés o de la adversidad que implica correr un riesgo que pueda acarrear resultados desfavorables. La neurociencia también se ha pronunciado al respecto. Esta disciplina considera que las personas más resilientes gozan de un mayor equilibrio emocional frente a situaciones de estrés. Además, soportan mejor la presión. Enfrentarse al mundo y aprender de él, sea bueno o malo aquello que nos ofrezca. Al fin y al cabo, después de la tormenta siempre llega la calma, ¿no?

Practicar la resiliencia es un arte. ¿Cómo podemos ser más resilientes?

Aunque muchas personas puedan creer lo contrario, la resiliencia no es una cualidad innata del ser humano. Es cierto que en muchos de los estudios de los profesionales antes citados se establece que puede, presumiblemente, existir una tendencia genética. Sin embargo, esta característica biológica, si predispone a algo, es a tener un «buen carácter» ante las cosas que nos ocurren. No prepara para afrontarlas o salir reforzado de sus consecuencias. La resiliencia es algo que todos podemos desarrollar a lo largo de nuestra vida.

No es tarea fácil, pero tampoco es imposible. Muchos resilientes lo son porque han vivido toda su vida con un modelo a seguir. Ortos, sin embargo, encuentran el camino por sí mismos. Ante circunstancias difíciles, se crecen. Las personas resilientes no nacen, se hacen. Las situaciones adversas los obligan a actuar. Al encontrarse al borde del abismo no se hunden, sino que dan lo mejor de sí. A consecuencia de esto son capaces de desarrollar todo tipo de habilidades que los capacitan para enfrentarse a los diferentes retos que la vida les coloca.

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La resiliencia es algo que todos podemos desarrollar a lo largo de nuestra vida.

Características de una persona resiliente.

Ante todo, las personas que practican la resiliencia son conscientes de aquellas cosas que pueden potenciar. También lo son de aquello que los limita. Tienen un profundo grado de conocimiento de sí mismos y potencian este recurso para avanzar. Suelen ser personas creativas e inquietas, no les gusta permanecer demasiado tiempo estancados. Tienden a ir más allá. El resiliente confía. Confía mucho en sí mismo y en sus capacidades. Son plenamente conscientes de lo que son capaces de hacer y lo hacen. Además, saben reconocer cuando no pueden ir más allá y necesitan pedir ayuda.

La persona resiliente asume las trabas y dificultades y las plantea como una oportunidad para aprender y sacar algo positivo. Los resilientes practican todo tipo de técnicas de meditación. El mindfulness forma parte de su día a día. Buscan, como predica esta técnica que ayuda a tantas personas en la actualidad, vivir el aquí y el ahora. Esto les permite, además, tener una capacidad inmensa de aceptación de los sucesos que la vida les pueda plantear. Son personas objetivas y de tal manera ven la vida, pero siempre a través de un prisma de optimismo. Las personas de las que se rodean también dicen mucho de ellos. Esta premisa podría servir para cualquiera, pero en el caso de los resilientes se hace más patente. La actitud de su círculo es siempre positiva y saben cultivar muy bien sus amistades. Del mismo modo, no intentan controlar la situación.

Dejan que todo pase, que todo fluya, y se sienten cómodos así. Lo único de lo que desean tener el control es de sus propias emociones. Ante los cambios, la persona resiliente se muestra flexible y los acepta con naturalidad. De cualquier cosa nueva es posible aprender. Los propósitos de una persona que se caracteriza por su resiliencia son muy importantes para ella. Se muestra tenaz y afronta la adversidad con humor. Además, y esto no por ser lo último es menos importante, saben cuando necesitan la ayuda de sus semejantes. El apoyo social y la ayuda de otros son conceptos que estas personas tienen muy interiorizados. Y realmente, es de admirar.

Construir la resiliencia.

Etimológicamente la palabra resiliencia procede del término latino resilioEste concepto significaba «volver atrás» y hacía referencia a la capacidad natural del acero para recuperar su forma inicial, a pesar de los golpes que pudiera recibir y de los esfuerzos que se puedan hacer para reformarlo. Rebotar, a fin de cuentas, de una experiencia difícil. Tiene todo el sentido, ¿no es cierto? Ser resiliente no quiere decir, para nada, que una persona no atraviese momentos difíciles o periodos de angustia. El dolor que causan las emociones y la tristeza son comunes. Lo que marca la diferencia es la férrea decisión de aprender y salir reforzado de estas.

Ahora bien, ¿cómo podemos hacer para construir la resiliencia en nosotros mismos? En primer lugar hay que establecer relaciones con nuestro entorno. No hay que tener miedo y afrontar los cambios como parte fundamental de la vida. Las crisis no son obstáculos insuperables. Debemos evitar verlas de ese modo. La resiliencia se encargará de enseñarnos. Decisión. Las personas resilientes son decisivas, cultivan su inteligencia emocional a como dé lugar. Además buscan constantemente oportunidades de descubrirse a sí mismos. Si queremos ser resilientes tenemos que mirarnos a nosotros mismos de una manera totalmente positiva y dirigirnos sin miedo hacia nuestras metas. Mirar la vida en perspectiva y no perder nunca la esperanza son claves. Además, y quizá esto sea lo más importante para ser una persona resiliente, es necesario, por encima de todo, cuidar de uno mismo.

La resiliencia, tendencia actual.

El hecho de ser capaz de aprender del pasado y mantener una actitud de tolerancia y flexibilidad ante la vida es valorado socialmente y reconocido incluso en el ámbito laboral. Una persona capaz de pedir ayuda cuando la necesita, que no tiene miedo a gritar y que se alza victorioso de los problemas con una sonrisa es resiliente. Por desgracia, en la vida hay que vivir todo tipo de situaciones. Muertes, pérdida de seres queridos, de la pareja, de los padres, de la salud, enfermedades, depresiones, tragedias. Pena, dolor, tristeza, en resumen.

Y, sin embargo, la práctica de la resiliencia es capaz de fortalecer y hacer más grande al individuo frente a todas estas tragedias. Porque, ¿qué podemos hacer cuando atravesamos un mal momento? La respuesta es tan sencilla que incluso puede llegar a doler. La única alternativa que nos queda es, simplemente, seguir viviendo.